Etiquetado: Profesión liberal
La re-estructuración de la profesión médica.
Un interesante artículo a propósito de lo que el autor Juan Irigoyen, propone sobre la pérdida del protagonismo del profesional médico, la inclusión de varios terceros en la relación médico-paciente.
https://revistas.ucm.es/index.php/POSO/article/download/36636/35476
La reestructuración de la profesión médica
The Restructuring of Medical Profession
Juan Irigoyen
Universidad de Granada
irigoyen@ugr.es
Resumen
«Desde la década de los noventa se suceden reformas y cambios de gran alcance en los servicios sanitarios. Estos son efecto de una mutación global. El aspecto más relevante de la misma es la emergencia de un nuevo paradigma tecnoproductivo que genera una transformación organizativa radical. Su indicador más elocuente es la explosión de la gestión, portadora de un nuevo proyecto y una nueva gubernamentalidad. En las organizaciones sanitarias públicas procedentes del estado del bienestar, la reestructuración derivada de las reformas presenta dificultades debido a la incompatibilidad del nuevo modelo postfordista con algunos elementos esenciales del modelo profesional médico. Esta contradicción genera procesos organizativos caracterizados por su opacidad y complejidad. El cambio tecnológico intensivo refuerza la iniciativa de la industria biosanitaria en el complejo médico-industrial en detrimento de los médicos.
La convergencia de estos cambios modifica la naturaleza del trabajo médico y erosiona su autonomía profesional, en unos términos que trascienden las categorías enunciadas por la sociología de las profesiones “proletarización” y “desprofesionalización” en un contexto anterior. La expansión del complejo médicoindustrial bajo la hegemonía de las industrias se sustenta en el supuesto de crecimiento permanente y genera dudas sobre su sostenibilidad económica y social. La institución de la medicina, movilizada y orientada por innovación tecnológica y transformada en un campo de producción y consumo intensivo, genera una cosmovisión y un campo de visibilidad muy descentrado con respecto a los complejos problemas de salud colectiva, que también en las sociedades del presente se derivan de problemas sociales y desigualdades sociales.»
Medicina hipocrática: RIP
La anterior introducción la motiva la preocupación que me asiste al contemplar la desfavorable situación que en el país vienen atravesando mis colegas en ejercicio, sobre todo los de las últimas generaciones. Ejercer hoy la medicina en Colombia sin dar traspiés y padecer es una hazaña, reconociendo que siempre ha sido difícil hacerlo, más aún si la aspiración es sobresalir.
Las dificultades comenzaron cuando la profesión dejó de ser liberal y la salud pasó a depender de las políticas estatales. El médico hubo de enrolarse en calidad de funcionario y subsistir con un salario. La nueva modalidad de ejercicio tenía y tiene a su haber el tratarse de un servicio social a favor del bien más preciado de toda persona: la salud. Tal circunstancia ha sido aprovechada por los empleadores para explotar al médico mediante contratos leoninos, sin estabilidad laboral, sin derecho a la seguridad social y con remuneraciones arbitrarias, alejadas de toda consideración. Muchos actos médicos tienen estipendios inferiores a los que recibe una manicurista por arreglar las uñas.
Al tiempo que el médico ha venido perdiendo estatus frente a la sociedad, su responsabilidad ante las instancias judiciales se ha incrementado.
A lo mencionado se agrega la competencia profesional, originada en la producción desbordada de médicos, producto de la alegre creación de escuelas de medicina y que ha traído consigo no solo un problema cuantitativo, sino también –que es lo más grave– uno cualitativo. En los sectores académico y gremial de la profesión hay preocupación por la falta de preparación de buena parte de los nuevos médicos que semestralmente son lanzados al mercado, pues no son garantía para la sociedad a la que van a servir. Los deslices y embarradas de esos galenos de pacotilla le han venido haciendo también mucho daño a la profesión, pues los pacientes ven ahora a todos los médicos con ojos de desconfianza y los califican de profesionales de tercera.
Al tiempo que el médico ha venido perdiendo estatus frente a la sociedad, su responsabilidad ante las instancias judiciales se ha incrementado. El ejercicio de la medicina se ha convertido en una actividad de alto riesgo, judicializada, como que los pacientes –asesorados por abogados– demandan a diario a sus médicos por supuestos o evidentes malos resultados. Además, las sentencias de las altas cortes y los fallos de los jueces suelen meter en cintura la autonomía médica al ordenarles cómo actuar frente al enfermo.
Como si fuera de poca monta el efecto adverso que acarrea la explosión de médicos, ahora se suma otro ingrediente, de progresiva ocurrencia: el ingreso al país de curadores cubanos y venezolanos que, con la anuencia y quizás con la complacencia de las autoridades respectivas, vienen en busca de mejores oportunidades, y las encuentran.
Frente a este panorama pesaroso, considero que tengo razón cuando en las ocasiones que se me brindan para recibir a quienes ingresan al programa de medicina en la Universidad Nacional les hablo sobre el porvenir que les espera. Para ello tomo prestada la recomendación del médico suizo Jacob Laurenz Sonderegger, citada por Kurt Pollak en su libro La medicina: “No aconsejes a nadie que se haga médico. Si, no obstante, él (o ella) quiere serlo, hazle insistentes e incisivas advertencias, pero cuando él (o ella) se empeñe a pesar de todo, dale tu bendición, pues por poco que valga la necesitará”.
FERNANDO SÁNCHEZ TORRES