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36. Vínculos de grupo y surgimiento de conciencia


36. Vínculos de grupo y surgimiento de conciencia

Los homínidos y los humanos iniciaron su distinción de los simios antropoides en que adoptaron el trabajo socialmente organizado y desarrollaron una incipiente economía.
Ken Wilber y Jean Gebser proponen cuatro épocas principales en la evolución de la conciencia humana, cada una de ellas anclada en un particular nivel o estructura de conciencia en un nivel individual que se corresponde con una visión social del mundo. Estas cuatro época o estadios son el arcaico, el mágico, el mítico y el mental. Cada estructura de conciencia en cada uno de estas épocas generan una sensación diferente de la interpretación espacio-tiempo, de la ley y la moral, de la identidad del yo, la tecnología, los impulsos y las motivaciones, la patología personal, los tipos de opresión y represión en la sociedad, la aceptación y negación de la muerte, la experiencia religiosa.


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Los vínculos de asociación grupal y el surgimiento de la conciencia

Los homínidos y los humanos iniciaron su distinción de los simios antropoides en que adoptaron el trabajo socialmente organizado y desarrollaron una incipiente economía. Los machos adultos de los homínidos formaron bandas de cazadores que usaron herramientas y armas, el equivalente arcaico de una tecnología; cooperaron en la división del trabajo y se encargaban de la distribución de las presas dentro del colectivo, con lo cual se plantearon reglas de distribución.
Hombre de Toquepala, de los primeros
pobladores de Perú 
Descubierto por Miomir Bojovich en 1960.
Crédito de imagen:

 

La organización del trabajo, el acceder a medios de producción y la distribución del alimento sentaron las condiciones para una visión económica de la vida. En este nivel, homologable con la época arcaica de Wilber y Gebser, ya hay una visión del mundo, un espacio común en el mundo en el que sus acciones ya presuponen un nivel rudimentario de conciencia o aprehensión, interioridad que está compartida con un círculo de seres afines.
    Tal nivel es una profundidad compartida, que también se puede interpretar como un espacio común en el mundo, con sus particulares identidad de yo, sentido de ley, moral, medidas represivas, etc. Lo importante de esta visión compartida del mundo es que genera el sentimiento interno de lo que Wilber denomina un “holón social”, entendido como espacio interno de una conciencia colectiva en un nivel dado de desarrollo, que se podría explicar no “como un yo me siento” sino “como nosotros nos sentimos” 1.
    Engels, en “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”, refiere a propósito de la horda y la familia en los animales superiores no son complementos recíprocos sino estados antagónicos, por ejemplo en la horda, los machos muestran su rivalidad durante el período del celo que relaja o suprime momentáneamente los lazos de la horda; dejemos a Engels cuando cita a Espinas, 
“allí donde está íntimamente unida la familia, no vemos formarse hordas (…) para que se produzca la horda se precisa que los lazos familiares se hayan relajado y que el individuo haya recobrado su libertad (…) si se ha desarrollado una sociedad superior a la familia, ha podido deberse únicamente a que se han incorporado a ellas familias profundamente alteradas, aunque ello no excluye que, precisamente por esta razón, dichas familias no puedan más adelante reconstituirse bajo condiciones infinitamente más favorables” 2.
Este incipiente holón social, para poder salir de la animalidad tuvo la necesidad de reemplazar la creencia del poder defensivo del hombre aislado por la unión de fuerzas y la acción común de la horda. La tolerancia recíproca entre los machos adultos y la ausencia de celos fueron condiciones requeridas para la formación de estos grupos sociales en forma extensa y durable para que se operara por completo la transformación al hombre.
La forma más primitiva de familia pudo ser el matrimonio por grupos en el que grupos enteros de hombre y grupos enteros de mujeres se pertenecen recíprocamente, dejando poco margen para los celos y delimitando una unidad económica primitiva, dada inicialmente por el cuidado del ganado en un área determinada y posteriormente al introducirse la agricultura, por el cuidado de las cosechas.
    Esta clase de familia evolucionó sucesivamente con sus antagonismos que más adelante se desarrollarían en la sociedad y el estado, hasta dar lugar a la familia monogámica, cuyo triunfo definitivo es uno de los síntomas de la civilización naciente: se basa en el predominio del hombre, su fin expreso es la creación de hijos cuya paternidad sea reconocida para que los hijos en calidad de herederos directos pudiesen entrar en posesión de los bienes paternos 3.
    Esta concepción de la familia a su vez generó una versión avanzada de identidad del yo, sentido de la moral, medidas represivas para los transgresores, consolidando aún más el espacio de una conciencia colectiva.
Volvamos nuevamente a la perspectiva evolucionista: los homínidos adicionalmente desarrollan en forma progresiva su inteligencia por la capacidad de lucha. El aumento de las facultades cerebrales permitió que las reacciones instintivas automáticas de estímulo-respuesta pasaran a ser complejas pautas de comportamiento instintivo. En este momento el hombre, cuya inteligencia le permite el uso de herramientas -el palo que se vuelve lanza, la piedra que se talla y se vuelve un hacha primitiva-, se libera de la amenaza de otras especies. La sociedad primitiva carece de enemigos naturales, pero el hombre se vuelve su propio enemigo. Carsten Bresch refiere como el instinto asesino, que en principio es una regresión, se convierte en un factor que -paradójicamente- potencia la evolución de la especie.
    Solo a través de la selección de los seres más aptos, al mirar retrospectivamente en los albores de la escala filogenética fué posible el desarrollo del cerebro 4Sin embargo, tal postura que usa el término biológico «supervivencia del más apto» como un significador para fenómenos sociales, hace implícito el mensaje de que fenómenos donde el instinto asesino se manifiesta y constituye un potenciador de la especie es una cuestión natural.
    Esta es una explicación en el contexto del llamado darwinismo social, que exige un mayor examen crítico. La historia de las explicaciones que apelan a una naturaleza humana basada en lo biológico, debería advertirnos -siguiendo al pensador Peter Taylor-, que no cabe esperar respuestas de líneas de pensamiento darwinianas, lo que significa que este tipo de explicaciones se deben mirar críticamente 5.
La vida de los primates en general se puede describir como una vida gregaria, en la cual existe la capacidad de reconocer diferentes expresiones faciales y la postura corporal. permitieron un sistema de comunicación basado en interacciones gestuales, complementado con un sistema de señales de llamada.
    Todas estas características permitieron la interacción necesaria para lograr éxito en labores de caza que permitiría llegar a comprender las experiencias y preparó el camino para la conexión sistemática de logros cognitivos, expresiones afectivas y relaciones interpersonales, que son cardinales para la hominización 6
    Una de las funciones del cerebro de los primates durante la evolución fué el recordar los agravios. Los chimpancés machos perdonan con facilidad, pero las hembras no, e incluso pueden recordar el agravio por el resto de la vida. Una de las consecuencias sociales  de este tipo de memoria son las «enemistades heredadas» y las «venganzas», que a veces pueden durar generaciones y de alguna forma, son un presagio de lo que vendrá con la historia 7. En la escala geológica en que se ha dado la evolución, ninguna de las características del hombre se pudo presentar de un momento a otro, pero es difícil descartar la hipótesis que los homínidos primitivos a través de la lucha entre ellos mismos se hubieran convertido en el instrumento de su propia selección, y que esto no hubiera repercutido en un rápido desarrollo del cerebro.
El hombre comparte con los animales superiores el instinto de la curiosidad. Todo lo que aparece por primera vez en el entorno es observado cuidadosamente, primero con ansiedad, después con detenimiento. De esta forma se aprovecha al máximo la capacidad del cerebro de registrar las características de un objeto o situación. Experimentar jugando conduce a nuevos y provechosos conocimientos. Carl Sagan relata amenamente como «la Arquímedes de los macacos», una macaco llamada “Imo”, logró introducir en su colonia las costumbres de lavar la comida que les daban y descubrir que podía separar los granos de maíz de la arena por el hecho de que los granos flotaban al arrojarlos al agua.
Fotografía de la macaco Imo
Macaco japonés: Macaca fuscata
    Los primates que viven una vida comunitaria, sometidos a la presión de los predadores, con cerebros en rápida evolución y un sistema para la educación de los jóvenes, desarrollan nuevas formas de inteligencia 8. Por el expediente de la curiosidad se llega a la imitación y esta es una forma de asimilar experiencias ajenas. Si existe el suficiente grado de curiosidad, el individuo observa lo que hacen otros, y lo repite. El instinto de imitar las acciones de los mayores es importante en la génesis del lenguaje. Por el instinto de imitación los niños desarrollan la capacidad de comunicación. El cerebro permite toda esta gama de conductas, que son de una alta adaptabilidad ante un medio que plantea exigencias vitales.
Ahora bien, ¿ en qué momento las características que se mencionaron sobre instintos, «sistema de información intelectual» surgieron y diferenciaron al hombre de los animales ? Dobzhansky propone una interesante consideración de la autoconsciencia humana :
«(…) una característica fundamental, posiblemente la más fundamental de la especie humana. Esta característica es una novedad evolutiva; las especies biológicas de las que proviene la humanidad poseen solo rudimentos de autoconciencia o quizá carecen de ella totalmente. La autoconciencia ha traído sin embargo, en su séquito compañeros sombríos (miedo, ansiedad y la consciencia de la muerte) (…) El hombre tiene que cargar con la consciencia de la muerte. Un ser que sabe que tiene que morir surgió de aquellos que no lo sabían» 9.
Si se considera que la conciencia de la muerte como un espejo de la autoconciencia en los homínidos, se puede identificar este rasgo en las costumbres ceremoniales de enterramiento que inició el hombre de Neanderthal hace aproximadamente 80.000 años. Se enterraban a los adultos y a los niños, en la tumba junto con el muerto colocaban muchos regalos como adornos, instrumentos de piedra, alimentos.
Cacería de mamut
En el enterramiento de los cazadores de mamuts de Predmosti, descubierto en 1894 en Prerov 10, se encontraron veinte esqueletos enterrados con la cabeza hacia el norte, lo cual indica que la autoconciencia con respecto a la muerte la consideraba como un tránsito, porque los muertos se aprestaban con un puente con el mundo que dejaban, además de reflejar una manifestación cultual, por el hecho de dejar a los muertos en orientación hacia un punto cardinal.
Desde el punto de vista neurobiológico, Antonio Damasio propone que la base neural de la conciencia parte del reconocimiento de un yo biológico imbuído de valor, agregado a la representación de objetos, un organismo que responde al proceso de representación, que se mantienen simultáneamente en la memoria funcional y se les presta atención a todos a la vez o a uno tras otro en rápida interpolación en las cortezas sensoriales iniciales. En lugar de referirse concretamente a la conciencia, Damasio refiere que:
el dispositivo neural mínimo capaz de producir subjetividad requiere cortezas sensoriales iniciales (incluidas las somatosensoriales), regiones de asociación corticales sensoriales y motrices, y núcleos subcorticales (especialmente el tálamo y los núcleos basales), con propiedades de convergencia capaces de actuar como conjuntos de terceros (…) no creo que exista otra propuesta específica  para una base neural de la subjetividad, pero puesto que la subjetividad es una característica clave de la conciencia, resulta apropiado señalar como se relaciona con otras propuestas en esta área en general” 11.
Parte de la comprensión de nuestra naturaleza se puede captar al estudiar las especies primates que evolucionaron simultáneamente con el hombre. Jane Goodall, una de las brillantes discípulas de la escuela de Louis Leakey, describe  a partir de su experiencia de campo en el lago Tanganyica, como los chimpancés actúan en forma cooperada al momento de cazar presas mayores, para cobrarlas sin mayor peligro. 
Louis Leakey
Antropólogo inglés nacido en Kenia
1904 – 1972
Crédito de imagen
http://tinyurl.com/3g5rklv

Durante una «patrulla» los machos huelen el suelo con frecuencia, los troncos de los árboles y lavegetación. Ponderan los mensajes de ramas, huellas, frenan su ruidosa comunicación. Cuando la comida escasea, la capacidad de rastreo unida a un raciocinio elemental, son la diferencia entre sobrevivir y sucumbir. Los grupos de machos eliminan a los que consideran forasteros, seleccionándose rudimentariamente unas habilidades «militares». Las habilidades que permiten asesinar a grupos ajenos -que quizá consideren «animales»-, son útiles en la cacería con lo que se difunden los genes que transmiten una gran capacidad de combate para conseguir alimento para sí y los miembros del grupo 12.
En la naturaleza, tanto en las escalas grandes que comprenden las especies, como a nivel molecular, la competición es un mecanismo que favorece la selección de los organismos mejor dotados. El cerebro es el fruto de la competencia por la consecución de un procesamiento más eficaz de estímulos, la competencia por conseguir la inteligencia más eficiente. Y de este mar de competencia, de seres con una conciencia arcaica surgió el hombre, quien introdujo el asesinato en su propia especie como un instrumento de selección: por el asesinato, era la tribu más inteligente la que sobrevivía, y para poder dedicarse a  la caza y a la lucha se debía desarrollar el orgullo, el gusto en competir, la combatividad, estas eran las tendencias favorecidas por la selección 13.
En la medida que el hombre primitivo fuera adquiriendo una mayor experiencia personal, las reacciones instintivas serían progresivamente desplazadas. Y la facultad de hablar que permitió consolidar una mayor experiencia de grupo, al mismo tiempo que desplazaba los comportamientos instintivos, al volverlos más flexibles por efectos de un proceso cerebral que era resultado de las tradiciones sociales. De esta forma, la progresiva incorporación de la experiencia del grupo codificada por medio de un lenguaje rudimentario fué eliminando progresivamente la influencia de la parte genética -traducida como pautas instintivas-, para llegar a un control regido por el «sistema de información intelectual» basado en las costumbres. 
Ken Wilber y Jean Gebser propusieron cuatro épocas principales en la evolución de la conciencia humana, cada una de ellas anclada en un particular nivel o estructura de conciencia en un nivel individual que se corresponde con una visión social del mundo. Estas cuatro época o estadios son el arcaico, el mágico, el mítico y el mental. Cada estructura de conciencia en cada uno de estas épocas generan una sensación diferente de la interpretación espacio-tiempo, de la ley y la moral, de la identidad del yo, la tecnología, los impulsos y las motivaciones, la patología personal, los tipos de opresión y represión en la sociedad, la aceptación y negación de la muerte, la experiencia religiosa. El mismo Wilber junto con Jurgen Habermas, anotan que a partir de los trabajos de Piaget, establecen una correspondencia entre la época mágica con el pesamiento preoperacional de Piaget, de la época mítica con el pensamiento concreto operacional y por último de la época mental con el pensamiento formal operacional. Con respecto a lo arcaico, tanto para Gebser como para Wilber, la época arcaica es una época indefenida donde como en un paraguas, «cabe de todo”, representa todas las estructuras de conciencia incluidas las de los primeros homínidos 14.

Referencias

  1. &  Wilber K: Sexo, Ecología, Espiritualidad. El alma de la evolución. Volumen I Gaia Ediciones, Madrid 1996. pp. 144
  2. &  Engels, F: El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. pp. 36
  3. &  Engels, F: El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. pp. 69
  4. &  Bresch C: La vida, un estadío intermedio. Bilioteca Científica Salvat, Barcelona 1987 pp. 172
  5. & Taylor P: La selección natural: un lastre sobre el pensamiento biológico y social. Ludus Vitalis1999; VII (12): 27-55
  6. &  Wilber K: Sexo, Ecología, Espiritualidad. El alma de la evolución. Volumen I Gaia Ediciones, Madrid 1996. pp. 180
  7. &  Sagan C, Druyan A: Sombras de antepasados olvidados. Edit. Planeta, Barcelona, 1992. pp. 333
  8. &  Sagan C, Druyan A: Sombras de antepasados olvidados. Edit. Planeta, Barcelona, 1992. pp. 336 – 337
  9. &  Eccles JC: La evolución del cerebro: la creación de la conciencia. Editorial Labor, Barcelona. 1992. pp. 193
  10. &  Augusta J, Burian Z: El origen del hombre. Ediciones Suramérica, Bogotá, 1966. pp. 103
  11. &  Damasio AR: El Error de Descartes. Critica-Grijalbo. Barcelona, 1996. pp. 224
  12. &  Sagan C, Druyan A: Sombras de antepasados olvidados. Edit. Planeta, Barcelona. pp. 281
  13. &  Bresch C: La vida, un estadío intermedio. Bilioteca científica Salvat, Barcelona 1987 pp. 223 y ss
  14. &  Wilber K: Sexo, Ecología, Espiritualidad. El alma de la evolución. Volumen I Gaia Ediciones, Madrid 1996. pp. 142


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Alejandro Melo-Florián

Writer, Internal Medicine specialist. Bogotá D.C -Colombia
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