Y Dios creó al hombre
Nicolaas Tulp (1593-1674) inmortalizado por Rembrandt en el lienzo de la “Clase de Anatomía”, practicó numerosas disecciones anatómicas tanto en hombres como en antropoides, sentando las bases de la anatomía comparada, cuando intentó una explicación al origen y desarrollo del hombre basándose en investigaciones sobre el cuerpo humano comparándolo con los mamíferos más afines. Con una metodología semejante trabajarían
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La clase de anatomía.
Por Rembrandt Harmenszoon van Rijn hacia 1632
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Thomas.H. Huxley y Eugenio Dubois a quienes sus conclusiones y el conocimiento de su época les llevarían más lejos. Thomas Henry Huxley nació en la Inglaterra de 1825. A los 17 años, su autodisciplina para el estudio le permitió ganar un concurso premiado con una beca que le permitió estudiar medicina en el hospital «Charing Cross». En 1861, concluyó a partir de la evidencia de sus estudios anatómicos entre los esqueletos y los cerebros del hombre y de los simios antropomorfos chimpancés, gorilas, orangutanes, gibones-, con su sorprendente semejanza, que los simios contemporáneos y los hombres compartían un antepasado común y fué aún más lejos, al plantear que toda la vida en el planeta Tierra estaba relacionada entre sí.
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Eugene Dubois
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Hacia 1862 estudió en Londres el cráneo recientemente descubierto para su época en Neanderthal, que le llevaría a desarrollar un método para la medida de los cráneos en general, de donde surgió la conferencia «Sobre los remanentes fósiles del hombre«, la que suplementada con material adicional permitió la publicación en 1863, de «El lugar del hombre en la Naturaleza«, donde discute las evidencias de este problema naturalístico con las evidencias de la anatomía comparada, la embriología y la paleontología 1. Su tenacidad y la amplitud de sus estudios en anatomía comparada y otras ramas de la biología, le permitieron llegar en 1882 a la presidencia de la organización científica más importante de su época, la «Royal Society» 2.
Eugenio Dubois, adepto de la teoría de la evolución, estaba profundamente convencido de la existencia del pitecántropo propuesto por Haeckel como el “eslabón perdido” o mono-hombre (del griego pithekos: mono; anthropos: hombre). El deseo de encontar el pitecántropo hizo que Dubois interrumpiera su trabajo universitario y viajara a Sumatra en 1887.
El hallazgo del cráneo de Wadyak (Indonesia) por el médico van Ritschoten, motivó su viaje a Java, donde luego de tres años de excavaciones, entre 1891 y 1892 resultó en el hallazgo de restos óseos a orillas del río Bemgawan, cerca de Trinil. Tales restos estaban dispersos, pero en una misma capa geológica correspondiente al pleistoceno inferior y medio, hace aproximadamente un millón de años 3.
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Cráneo de Wadjak
Imagen de la fuente por amable autorización del
Rijksmuseum van Natuurlijke Historie, Leiden.
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Posteriormente, los estudios de anatomía comparada demostraron -por ejemplo- que la dentadura del hombre es semejante a la de la especie Dryopithecus, por la presencia de molares con cinco coronas. El hallazgo de restos fósiles deDryopithecus en muchas regiones de Europa, Africa y Asia, en estratos pertenecientes al fin del terciario (medio y alto mioceno), motivaron a W.K. Gregory a postular que algún animal de este género estuviera en la línea de ancestros homínidos del hombre 4.
La serie de descubrimientos en el área biológica ha demostrado como toda la vida en el planeta emplea ácidos nucleicos y proteínas, las moléculas de ADN se integran a partir de los mismos componentes nucleotídicos, de modo que seres en apariencia muy distintos, comparten un gran porcentaje de su dotación genética. El advenimiento de métodos avanzados de biología molecular ha permitido establecer las semejanzas genéticas entre los primates y la especie Homo sapiens sapiens, mediante la comparación de las cadenas simples de ADN (ADN denaturado) de una y otra especie.
Cuando las cadenas sencillas de ADN son de diferentes organismos, el proceso de renaturalización se denomina hibridización. Las cadenas humanas se unen perfectamente a otras cadenas humanas, pero la hibridización con otras especies animales, dependerá del grado de complementariedad de las secuencias del ADN unicatenario. Por ejemplo, entre el ADN del chimpancé y del humano la diferencia entre las secuencias nucleotídicas es del 1 al 2.5 %, lo cual equivale a decir que compartimos de un 97.5 a un 99% del material genético, mientras que con otros primates la diferencia es mayor 5.
Genes y adaptación poblacional
Con los estudios de la genética se ha encontrado como todos los genes tienen un papel básico en la adaptación de las poblaciones y como estas poblaciones almacenan en baja frecuencia un gran reservorio de alelos, cuyo valor adaptativo depende de la selección natural cuando el ambiente cambia.
La vida ha progresado dando pasos cortos a lo largo de las perspectivas del tiempo geológico, eliminando los organismos adaptados inadecuadamente, hasta llegar a la complejidad actual. Los mecanismos y las instrucciones genéticas responsables de las nuevas adaptaciones tienden a multiplicarse en el ambiente y a predominar en la medida de conferir mejor adaptabilidad a medida que pasa el tiempo. Los genes son autoperpetuantes en la medida en que sus instrucciones adecuadamente impuestas se expresen en los seres vivos para ser el origen de más seres vivos con idénticas instrucciones.
Se ha identificado un amplio rango de secuencias genéticas que codifican un amplio rango de genes homólogos en los mamíferos. Los genes llamados “homeóticos” han preservado su estructura y función en la mayoría de especies animales con segmentación, de polarización cefalocaudal 6, de simetría bilateral. La falta de modificaciones de tales genes “homeóticos” por cambios mayores o menores en el ambiente, su simetría global, la segmentación del cuerpo y una capacidad multimodal sensorial coherente unificada con una actividad motriz rítmica, son algunas de las características de presentación consistente en el reino animal. Tales características se sometieron a selección natural y su estabilidad permitió resolver una gran variedad de problemas en vida y ontogenia, porque favorecen un campo de “conducta potencial” dentro del cual los actos corporales se realizan, se proyectan hacia sus metas, se definen prospectivamente por los sistemas perceptuales y retrospectivamente por la memoria 7.
Diversidad genética y vigor híbrido
Tal parece que la codificación genética con determinadas secuencias de nucleótidos fuera lo que se seleccionara y evolucionara. La diversidad de los alelos se mantiene por la superioridad de los heterocigotos, que suelen ser más fuertes y se reproducen mejor frente a los individuos homocigóticos, fenómeno conocido como «vigor híbrido«. En general, los genes integrantes del genotipo en cada individuo de una población son útiles para la función armónica de los diferentes sistemas en ese organismo, describiéndose como «genes coadaptados». Cuando la población tiene condiciones ambientales estables, es de valor homeostático el controlar la recombinación para que los genes coadaptados no se destruyan. Existen mecanismos genéticos en muchas especies que limitan la recombinación, creando un sistema evolutivo eficaz que conjuga tanto la estabilidad como la flexibilidad. La deriva genética puede contribuír por igual a ambos perfiles del proceso evolutivo 8.
Para un genético, el estudio de las diferencias de las proteínas le permite conocer al mismo tiempo diferentes fenotipos, lo cual le permite describir las funciones sencillas de unos pocos genes. Para un genético de poblaciones el estudio de tal variabilidad proteica le permite cuantificar la variabilidad genética, requisito para conocer los mecanismos evolutivos. Los métodos moleculares también han determinado cuando se produjo nuestra divergencia evolutiva.
Al estudiar la filogenia de la enzima respiratoria citocromo c, se encontró como el hombre y los monos divirgieron del resto de mamíferos en una época previa a la separación del canguro marsupial de los mamíferos placentarios 9. El surgimiento de la taxonomía molecular como disciplina comparativa de las secuencias de aminoácidos de ciertas proteínas y de las secuencias de nucleótidos del ADN ha permitido conocer como los parientes más cercanos del hombre son el tarsero, algunos antropoides ya extintos, fuera de los ya mencionados chimpancé, gorila y orangután. Si la distancia existente entre los monos del nuevo y del viejo mundo es de una unidad, de acuerdo a Vincent Sarich de la universidad de Berkeley, la distancia entre los hombres y los monos del viejo mundo es de 0.53 a 0.61, con el orangután es de 0.25 a 0.33 y con el chimpancé de 0.12 a 0.15 10.
Si se considera que el hombre tiene una heterocigosis del 6.7 % y asumiendo que existen aproximadamente 100.000 loci genéticos, un organismo humano será heterozigótico para alrededor de 6700 loci. Este individuo podría producir potencialmente 26.700 células germinales distintas, cifra que sobrepasa todos los seres vivos que han existido en la historia de la Tierra. Esta es la potencialidad del genoma humano, y por esto no existen dos seres idénticos, exceptuando los gemelos múltiples a partir del mismo zigoto 11.
Referencias
1. & Smith HW: Man and his Gods. Little Brown, Boston, 1952. pp. 372
2. & Sagan C, Druyan A: Sombras de antepasados olvidados. Planeta, Barcelona, 1992. pp. 76
3. & Augusta J, Burian Z: El origen del hombre. Ediciones Suramérica, Bogotá, 1966. pp 33-35
4. & LaBarre W: L’ animal humain. Payot, París. 1956. pp. 100-101
5. & Eccles JC: La evolución del cerebro: la creación de la conciencia.Labor, Barcelona. 1992 pp. 8
6. El término traduce cabeza – cola
7. & Aitken KJ, Trevarthen C: Self-other organization in human psychological development. Development and Psychopathology 1997; 9: pp 659
8. & Prevosti A: Polimorfismo cromosómico y evolución. En: La Evolución. Monografia de Libros de Investigación y Ciencia. Labor, Barcelona, 1979. pp. 87
9. & Ayala FJ: Mecanismos de la evolución. En: La evolución. Monografia de Libros de Investigación y Ciencia. Labor, Barcelona, 1979. pp. 28
10. & Washburn SL: La evolución de la especie humana. En: Evolución. Monografía de Libros de Investigación y Ciencia. Editorial Labor, Barcelona. 1979. pp. 1354
11. & Ayala FJ: Mecanismos de la evolución. En: La evolución. Monografiade Libros de Investigación y Ciencia. Labor, Barcelona, 1979. pp. 28
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